"Todo ocurrió durante nuestro último año en el instituto", comenzó Barbie. "Por entonces, yo era la jefa de animadoras, la presidenta del comité del Baile de Graduación y la del anuario, la editora del periódico y la fundadora del Fashion Hits World, un selecto club social preocupado por las tendencias en el mundo de la moda y su repercusión en la economía mundial. Lo normal". Yo asentí de forma solidaria, aunque para mí lo normal en el instituto fuera preocuparme por el examen del día siguiente, por lo que me iba a poner el sábado para salir con mis amigas o por la excursión de fin de curso.
"Por supuesto, Petunia y yo asistíamos al mejor colegio privado de Londres. Un uniforme fantástico, debo decirlo, diseñado por la propia Stella (McCartney). Nos codeábamos con la flor y la nata de la sociedad inglesa. Bueno, debo decir que yo me codeaba, porque Petunia se dejaba los codos estudiando en la biblioteca, rodeada de libros y papeles. Entonces llegó él: Thomas Tarkin Kiefer Hilfiger III, aunque todos lo llamábamos Tommy. Tommy Hilfiger. Se incorporó desde un internado alemán, donde había pasado su adolescencia, para terminar sus estudios en su país natal. Su llegada causó mucho revuelo: todas esperábamos a un chico con estilo y clase, que pudiera unirse a nuestro selecto grupo. Pero aunque era extremadamente guapo y atractivo, no pareció interesarse por la vida social del colegio. De hecho, nos ignoró y se centró en las clases y en estudiar. Pensé que alguien así no merecía mi atención, así que durante un tiempo lo borré de mi mente y me ocupé de las cosas realmente importantes: los chicos a los que sí les interesaba, la moda y mantener mi status para salir elegida reina del baile de graduación.
Una tarde, alguien aporreó mi puerta con insistencia. Se trataba de mi prima. Traía las mejillas encendidas, y un brillo especial en los ojos, y como experta en estas lides, intuí que la razón de tanta agitación no podía ser otra que un chico. Me contó que después de muchas semanas compartiendo mesa de estudio en la biblioteca, Tommy la había invitado al cine, a ver una de esas películas extranjeras con subtítulos en las que no ocurría nada, y después a cenar a un restaurante de comida marroquí. Petunia me pidió que la ayudara a elegir algo que ponerse, a maquillarse, a peinarse... Quería sentirse guapa, y sabía que un caso desesperado como ella sólo podía acudir a mí. Me pedía un milagro, claro está, pero accedí, porque después de todo era mi prima y porque era mi oportunidad de que dejara de ser un lastre para mi popularidad en el colegio.
Así que durante esa semana, la llevé de tiendas, a la peluquería, a un centro de belleza e incluso le di clases particulares sobre como realizar caídas de pestañas que tumbarían a cualquier chico, y cómo caminar con elegancia sobre zapatos de tacón (hasta entonces siempre calzaba zapatos de suela plana). La verdad es que cuando vi el resultado de mi trabajo el día de la cita, me sentí satisfecha. Me di cuenta de que mi prima tenía mucho potencial oculto, y me sentí orgullosa de mí misma por haberlo sacado a la luz. Es cierto que no conseguí apartarla demasiado de ese estilo años 50 que tiene, pero al menos se la veía... radiante.
Tommy y Petunia comenzaron a quedar casi todas las semanas para ir al cine, visitar museos y exposiciones y cenar en restaurantes de comida internacional. A aquello me parecía más una buena amistad que una relación (de hecho Petunia me confesó que él todavía no la había besado), pero no quise entristecer a mi prima. Después de todo, muchas amistades terminan convirtiéndose en amor. Además, Petty siguió pidiéndome consejo acerca de su vestuario, y empecé a sentirme más unida a ella. Parecía realmente feliz, se volvió más sociable y empezó a brillar con luz propia en los eventos sociales del colegio, a los que asistía siempre acompañada de Tommy. Incluso lo invitó a pasar las navidades con nuestra familia, ya que la suya se encontraba en Alemania.
Fueron unas Navidades maravillosas, que pasamos todos juntos en la casa de campo de nuestros abuelos. Paseos en trineo, chocolate caliente frente a la chimenea, y hasta una improvisada obra de teatro. Tommy demostró que además de ser un empollón (que lo era, se pasaba el día citando a Shakespeare), también era un chico educado, encantador y sorprendentemente divertido. Siempre nos hacía reír con sus anécdotas del internado y sus bromas. También nos habló de su familia, que tanto por parte de madre como de padre, estaba emparentada con la realeza europea. Era una conexión lejana, pero conexión al fin y al cabo. Su familia poseía un castillo en el Loira y otro en Escocia, además de numerosos palacetes desperdigados por Gran Bretaña, Alemania y Francia. Sin embargo, él estaba más interesado en su carrera como arquitecto (quería diseñar y construir sus propias casas, ganar su propio dinero y dejar de depender del de su familia) y se mofaba de su noble origen. En cambio yo, no podía quitármelo de la cabeza. A mis ojos, Tommy se convirtió en una especie de príncipe... y me di cuenta de que yo quería ser su princesa.
Al final de las vacaciones suspiraba por sus ojos azules, su sonrisa y hasta sus citas de Shakespeare. Estaba perdidamente enamorada de él. No podía pensar en otra cosa. Sabía que estaba mal, que mi prima bebía los vientos por él... pero estaba decidida a que fuera mío. Empecé a buscar excusas para hablar con él, para tomar un café, incluso fuimos juntos a buscar un regalo para el cumpleaños de Petunia. Sabía que si jugaba bien mis cartas, no se resistiría a mis encantos. Era imposible. Me dije a mi misma que en realidad les hacía un favor: Tommy no había dejado de tratarla como una buena amiga mientras mi prima daba por hecho que estaban saliendo, sólo que Tommy era demasiado tímido y educado como para dar el paso por él mismo.
Así que una tarde me hice la encontradiza con él, y le invité a dar un paseo. Como siempre que nos veíamos hablamos durante horas, y al final de la velada, mientras contemplábamos el Támesis desde el puente de la Torre, Tommy me confesó su amor y me besó. Al día siguiente, para conmoción de toda la escuela, y sobre todo de mi prima, éramos pareja oficial. Tanto Tommy como yo tratamos de explicarle a Petty lo que había pasado, pero se negó a hablar con ninguno de nosotros. El día del baile de graduación, Tommy y yo acudimos juntos, y fuimos elegidos rey y reina del baile.
Ahora me explico yo la cara que tenía Pe en la foto que me enseñaste del día de la graduación, pensé yo. Pobre chica.
"Petunia nunca me lo perdonó. Después del baile, hizo las maletas y se fue a Estados Unidos. Perdí todo contacto con ella. ¿Si me arrepiento de lo que hice? Una parte de mí se arrepiente del daño que le causé. La otra simplemente no puede. Tommy es lo mejor que me ha pasado en toda mi vida, aunque... él y yo... bueno, esa es otra historia que tendrá que esperar a otro día.