
Hoy pasé casi todo el día fuera de casa. Cuando volví, rendida, me sorprendió escuchar risas provenientes del salón. A ver, que lo raro no es escuchar risas en mi casa porque mis chicas cotillean y se divierten de lo lindo todo el día. Lo raro es que la que se reía era Pe. Pe-la-mujer-seria-soy-profesora-de-Harvard. Bueno, pues parecía que ocuparse de Shelley le estaba ablandando el corazón, y la imaginé sentada con ella en el sofá, viendo La Sirenita de Disney.
Pero a la que se le puso la cara como al cangrejo Sebastián cuando se da cuenta de que su princesita quiere unas piernas fue a mí. A ver si vosotr@s no os hubierais quedado igual si al abrir la puerta del salón os encontráis esta estampa:
Efectivamente. Mi Pe y un señor totalmente desconocido y con una pinta de cursi que no podía con ella (¿un chaleco a rayas rosas y azules metalizados?) zampando palomitas, riendo como bobalicones y muy pegaditos en el sofá. ¿Qué me he perdido?
-Buenas tardes -dije. Aunque claro, enseguida notaron que más que las buenas tardes estaba preguntando lo de ¿qué me he perdido? y corrieron a ponerse de pie, visiblemente azorados.
-Eh... buenas tardes, Rossetti. Éste es Ralph, digo, Raphael Lauren. Es el socio de... bueno, de quien tú ya sabes en H & L Doll Houses. Él es la L, claro.
-Claro -respondí mientras le estrechaba la mano (bueno, el índice) a Ralph, Raphael o L., quien se había apresurado a ofrecérmela-. Y está aquí por... -los animé a continuar.
-Pues en realidad vine para verla a usted, tenía algo importante que decirle. Me abrió esta preciosidad de chica -(la preciosidad de chica en cuestión se sonrojó visiblemente)-, me invitó a pasar a esperarle, comenzamos a hablar, nos dimos cuenta de que a los dos nos encanta el cine clásico y Miss Petunia me invitó a ver "Con faldas y a lo loco" mientras esperaba, que resulta que es nuestra comedia preferida de todos los tiempos... ¿no es increíble?
-Increíble, no lo jures. ¿Y qué era eso tan importante que tenías que decirme?
-¡Oh! Tommy me comentó que estabais pensando en habilitar una vitrina para vivienda de muñecas, y vine por si os seguía interesando trabajar con nosotros. Por supuesto, y por tratarse de vosotras, no os cobraríamos las horas de trabajo, sólo los materiales y mobiliario que utilicemos.
-Es un decorador estupendo, Ross. Deberías ver las fotografías que ha traído -añadió Pe con una sonrisa, señalando un álbum abierto en una esquina del sofá.
A ver. El nombre de Tommy es prácticamente tabú en esta casa, le ha roto el corazón a dos de mis niñas... ¿y este chico quiere que contratemos a su empresa? Ni hablar. Aunque pensándolo bien, no creo que encuentre gente tan especializada como ellos. Y Pe parece estar muy contenta desde que ha aparecido este tal Ralph. Y vale, lo admito, nos va a salir regalado de precio.
-Está bien. Aunque con una condición -concedí.
-La que sea -contestaron Pe y Ralph al unísono, lo que les provocó un ataque de risa tonta.
-Tu socio tendrá que hacer el trabajo a distancia. Puede comunicarse conmigo por e-mail, llamándome a mi móvil o a través de ti, pero tiene prohibido poner un pie en esta casa, al menos hasta que a Barbie y a Pe les parezca bien que lo haga, si es que alguna vez se lo parece. Tú, por supuesto, eres bienvenido.
-Muchas gracias. Gracias por confiar en nosotros. No las defraudaremos -aseguró mientras cogía la mano de Pe y se la llevaba a los labios-. Miss Petunia, ha sido un verdadero placer conocerla. Siento tener que irme ya, aunque prometo que nos veremos mañana. Soy muy responsable con mi trabajo...
Cuando Ralph se fue, caí en la cuenta de algo muy importante...
-Oye Petunia. ¿Y tú no se supone que estabas cuidando de Shelley?
-Esto... le di recreo.
-Y eso fue...
-Pues cuando llegó Ralph. No sé. ¿Dos horas?
Shelley + dos horas + libertad absoluta=

Pobre oso, con lo que me había costado curarlo de la fallida operación de "pendicitis", tuvo que soportar una larga sesión de "cupuntura"...