Tras muchas horas de trabajo, y algunos momentos de desesperación, por fin había terminado el regalo para Iván y Sara. Aunque sé que voy a decepcionar a much@s de vosotr@s, no me fue posible realizar una sesión fotográfica con los novios (tenía pensada una en exteriores), sobre todo porque ya me había pasado de fecha y tenía que entregarles su regalo sin más retrasos. Pero claro, pensé que algo tan delicado y especial merecía al menos un envoltorio original. Estuve barajando varias opciones, aunque al final la solución me vino en una de mis habituales visitas a "El Colte Chino", cuando encontré esta bonita caja en blanco y morado:
"¿Blanco y morado?", puede que estéis pensando, y con razón. Sin embargo, y tal y como comprobaréis al final de esta entrada, era justo lo que estaba buscando. Lo único que no me convencía era el interior, así que eché mano a los acrílicos y una esponja y lo pinté imitando un estucado. No tengo fotos del antes, pero quedé muy satisfecha con el después:
Cuando metí a la parejita dentro de la caja, me encantó cómo el color morado resaltaba tanto el vestido de la novia como el del novio.
Aunque era difícil por las sombras que la propia caja proyectaba sobre ellos, no pude resistirme a fotografiarlos una vez más.
Por supuesto, tuve que asegurar las piezas sueltas, como el ramo y el bastón, con gomas transparentes. Me pareció que le daba un aire muy Mattel...
Sin embargo, cuando ya tenía a ambos dentro de la caja, perfectamente colocados, me di cuenta de que en realidad Iván y Sara esperaban sólo una muñeca vestida de novia. Para no desvelar la sorpresa tan rápido, decidí usar el papel pinocho que había comprado para "camuflar" al novio, y que sólo pudiera ser desvelado al sacar a la novia.
Después, utilicé el papel sobrante para proteger también a la novia, y darle un aspecto aún más cuidado al envoltorio.
Aunque la tapa de lunares me parecía muy divertida, quise añadirle otro toque con una flor que hice con el sobrante de papel pinocho. Y por supuesto, estaba el asunto de la tarjeta... Todavía guardaba la invitación de boda de los novios, así que utilizando la portada, que desde luego era de lo más original, decidí convertirla en una tarjeta de felicitación de aniversario.
Como véis, el color morado está presente en su invitación, y también lo estuvo en algunos elementos del banquete nupcial. Por esa razón la elección de la caja me pareció acertada. El interior de la invitación de boda-tarjeta de felicitación también era de lo más original: el bajo de Sara y la guitarra de Iván se entrecruzan en una melodía común.
En su interior escribí la felicitación, que por supuesto iba firmada por mi marido y por mí, no por Barbieholics, jejeje...
Por fin, algo más de un año después de su boda (por esos problemas de logística de los que os hablé el mes pasado), pude entregarles a los novios su regalo. Me encantó ver sus caras al abrir la caja y descubrir a sus alter egos vinílicos... ¡estaban encantados con ellos! Para inmortalizar el momento, accedieron gustosos a posar todos juntos en el bar que Iván regenta, El Anticuario 1905.
Para aquellos que tengáis la oportunidad, os aconsejo que os paséis por
la Plaza del Tío de la Tiza o Plaza Pinto, donde podréis encontrar este original rincón gastronómico (que os mostraré con más detalle en una futura entrada, porque os puedo asegurar que su interior guarda muchas sorpresas). Allí podréis degustar unas
tapas para chuparse los dedos...
¡Besos para tod@s y feliz fin de semana!