Des-melenada

¡Hola a tod@s! Ya os comenté que os haría la presentación oficial de Minnie en una entrada aparte, y es que creo que dado que se ha convertido en mi muñeca fetiche (la pobre de Baabi tiene un ataque de celos, aunque no lo reconozca), debería al menos explicaros la razón por la que ha conseguido ser tan especial en tan poco tiempo.

Veréis, hasta donde me alcanzan los recuerdos he llevado el pelo largo. Mi madre era pro-melena, así que nos tenía a las tres con el pelo hasta la cintura y hartitas de tirones. En cuanto pudieron decidir por sí mismas, mis hermanas optaron por cortarse el pelo, y ambas han llevado diferentes estilos desde entonces. Sin embargo, yo me aferraba a mi melena como a un salvavidas. Mi melena era parte de mí, de mi identidad. Me atreví con las mechas, y posteriormente con el tinte, pero el largo era invariable. Para que os hagáis una idea, aquí tenéis una foto de Midge de espaldas que me recuerda bastante a mí misma hace muchos años...

Tal era el cariño que le tenía a mi pelo, que el día de mi boda no consentí que me hicieran un recogido. Lo llevé suelto, para sentirme más yo misma... Sin embargo, la anemia y los medicamentos que tomo desde hace años comenzaron a hacer estragos en mi melena, y después de varios tratamientos mi peluquera de toda la vida (mi prima) me dejó claro que o me la cortaba o pronto tendría verdaderas calvas.

Un verdadero disgusto es lo que me entró por el cuerpo... pero ya estoy acostumbrada a que las cosas se me pongan difíciles, y decidí que ya que tenía que hacerlo, lo haría por la puerta grande: me iba a dar un corte a lo garçon que no me iba a reconocer ni mi madre. Mi marido no estaba muy de acuerdo, y pretendía que me lo cortara por los hombros, pero yo me negué. Había tomado una decisión y no había vuelta atrás.

Pocos días antes de la pasada Navidad, visité por fin la peluquería para cortarme el pelo. Reconozco que tuve que apretar bien los párpados porque ver esos mechones caer al suelo me provocó unas ganas de llorar irrefrenables... pero mi prima es una artista, y consiguió que al menos no saliera de allí con la sensación de que estaba horrible... El corte era perfecto, el único problema es que no me reconocía a mí misma.

Durante semanas mirarme al espejo fue todo un reto, sobre todo porque parecía que la que me miraba desde el otro lado era otra persona. Poco a poco me fui acostumbrando, y aprendí a apreciar la comodidad de mi nuevo peinado. Además, todos coincidían en que me había quitado años de encima.

Cuando Mattel lanzó su Barbie Tris Insurgente, me llevé una grata sorpresa... ¡Una Barbie con mi mismo pelo! No sólo coincidía el estilo (bueno, yo ahora lo llevo más cortito por detrás) sino hasta el tono. Acerico me la mandó a pedir a Juguetes Dámaso, y al verla supe que acababa de encontrar a mi alter ego muñequil. 

Al principio pensaba ponerle mi nombre pero sin darme cuenta y casi de broma empecé a referirme a ella como "Miniyo". Finalmente decidí no cambiarle el apodo que yo misma le había puesto, y la bauticé oficialmente como "Minnie". Se ha convertido en mi muñeca "de bolso" y se viene conmigo a cualquier parte, la vais a tener hasta en la sopa. Aquí os dejo algunas fotos de nuestro primer paseo por Cádiz. Están hechas con el móvil, así que disculpad su calidad...

Asomada a la muralla en el Campo del Sur...

Con el mar y el cielo de Cádiz como fondo...

El perfil de las torres de la Catedral...

Supongo que tanto Minnie como yo nos hemos acostumbrado ya a tener la nuca despejada... ¡aunque en su caso eso le deja la marca al descubierto! 

Espero que hayás disfrutado de este trocito de mi ciudad, sin duda uno de mis favoritos...

 ¡Besos para tod@s y feliz fin de semana!